La pérdida de un gran amor: el origen del Taj Mahal

Muchas veces admiramos las grandes obras de arte y contemplamos su belleza. Es el caso del Taj Mahal,  una belleza monumental que sigue en pie después de miles de años. Pero, rara vez nos preguntamos qué fue lo que impulsó su creación. Las grandes obras no pueden pender de un mero divertimento o vanidad. Y el Taj Mahal no es la excepción, su origen es un profundo amor. 

Alrededor de 1607, Shah Jahan, quien sería el próximo emperador mongol, conoció a Arjumand en un bazar mientras ella se probaba un collar de diamantes. Shan Jahan quedó prendado de su belleza y en ese momento le obsequió la joya. Se comprometieron y la boda se realizó cinco años después. Es curioso que, durante estos años, los enamorados no se vieron ni hablaron. Arjumand sería la cuarta esposa del emperador, según su derecho de poligamia, pero el tiempo la convertiría en  la mujer más amada del emperador y, por ello, cambiaría de nombre a Mumtaz Mahal, la elegida del palacio.

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Juntos procrearon catorce hijos, de los cuales sólo sobrevivieron diez, pero la verdadera tragedia llegó en 1631 con la muerte de Mumtaz durante el último parto. Después de la pérdida de su esposa, Shan Jahan pasó un año sumido en una profunda tristeza, que según las leyendas lo envejeció notablemente. En 1632 decidió construir el mausoleo más grande y magnífico de toda la historia para su amada esposa, que hasta entonces había estado en una tumba provisional. 

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Para emprender esta obra contrató alrededor de 22 mil personas, entre obreros, artesanos y arquitectos. El mármol blanco para la construcción fue transportado por bueyes, búfalos, camellos y elefantes desde las canteras de Makrana, Rajastán, que se encuentran a más de 300 kilómetros de Agra. Para la decoración se usaron 28 tipos de piedras semipreciosas y gemas, incluyendo diamantes, que fueron traídas de distintas partes del mundo. La construcción del Taj Mahal duró 22 años. Finalmente, en 1688, Shan Jahan murió y fue enterrado junto a su esposa en el Taj Mahal. 

Hoy en día, el Taj Mahal es una de las siete maravillas del mundo moderno y su nombre, haciendo alusión a Mumtaz Mahal, significa “la corona del palacio” o “la corona de Mahal”. Es una obra arquitectónica impresionante por sus dimensiones (17 hectáreas en total), la riqueza de sus materiales, su belleza y por ser un homenaje arquitectónico a la simetría, la cual sólo es interrumpida por el cenotafio del emperador, que se encuentra a un lado del de su esposa, que ocupa el centro de toda la construcción. 

Datos curiosos

  • Según algunas leyendas, al finalizar la obra, el emperador mandó a amputar las manos y dejar ciegos a los arquitectos para que jamás construyeran una obra que pudiera opacar el Taj Mahal.

  • Otra leyenda cuenta que el emperador consideró que el Taj Mahal no era suficiente para honrar a su esposa y pensaba construir otro monumento idéntico, pero de mármol negro, al otro lado del río y que conectaran con un puente de oro.

  • Las otras esposas del emperador también están enterradas en el Taj Mahal, pero no tienen un lugar privilegiado como Mumtaz Mahal.

  • Por la naturaleza del mármol, las tonalidades del cielo se reflejan en la edificación y, a lo largo del día, pareciera que cambia de color. 

  • El golpe de estado de uno de los herederos de Shan Jahan lo mantuvo encerrado ocho años en su palacio, donde sólo podía ver el Taj Mahal desde una ventana.

  • Los arquitectos lograron un efecto óptico: cuando te acercas al mausoleo pareciera que se hace pequeño, pero al alejarte se va haciendo más grande. 

Fotografías: Dariela Romero